Por Pablo Sanguinetti (dpa)
¿Habrá independencia unilateral? La pregunta que tiene en vilo desde hace semanas a España y Europa podría encontrar respuesta mañana cuando el jefe del Gobierno de Cataluña, Carles Puigdemont, comparezca ante el Parlamento regional para anunciar los próximos pasos en su plan secesionista.
Tres grandes escenarios son posibles cuando Puigdemont hable ante el «Parlament» a las 18:00 horas (16:00 GMT): que declare la independencia unilateral, que lo haga con alguna fórmula «simbólica» o que se limite a pedir diálogo al Gobierno central, que insistió hoy en que tomará las «todas medidas necesarias» para impedir la ruptura.
El consejero de Exteriores catalán, Raül Romeva, dijo a la televisión belga no ver «alternativa» a la declaración de independencia. Marta Pascal, coordinadora del partido PDeCAT de Puigdemont, señaló en cambio a la BBC que el mandatario hará una «declaración simbólica» y trazará una «hoja de ruta» hacia la secesión sin hacerla efectiva.
El eurodiputado del PDeCAT Ramón Tremosa abundó en esa idea previendo que Puigdemont proclamará la independencia unilateral y luego la suspenderá durante un tiempo, siguiendo el modelo de Eslovenia, mientras que el diputado Jordi Xuclà contó con que el jefe del «Govern» se limitará a pedir diálogo.
La CUP, el partido antisistema que apoya al Gobierno de Puigdemont, exigió en cambio la vía dura: «No hay declaración retórica posible ante los dos millones de votos defendidos con el cuerpo el 1 de octubre. Sería legitimar la violencia policial, rendirnos», escribió en Twitter la diputada Mireia Boya.
En medio de esa incertidumbre, algunos expertos esperan un escenario complejo: «Sospecho que no habrá declaración de independencia y que la CUP retirará su apoyo al Gobierno, lo que provocará su caída y nuevas elecciones», pronosticó en diálogo con dpa Sebastian Balfour, profesor emérito de la London School of Economics.
La ley con la que el Gobierno catalán convocó el referéndum del 1 de octubre prevé la declaración de independencia en un plazo de 48 horas después de la difusión de resultados oficiales de la consulta en caso de una victoria del «sí» a la ruptura con España.
El viernes se confirmó que la vía independentista ganó por un 90 por ciento la consulta no autorizada por la Justicia, en parte porque los partidarios del «no» la consideraban ilegal y rechazaron votar o hacer campaña.
Sin embargo, las dudas de legitimitad sobre el referéndum, la ola de grandes empresas que están dejando Cataluña ante la perspectiva de una independencia, la falta de apoyo internacional al proceso y la masiva manifestación en apoyo a la Constitución y la unidad de España el domingo en Barcelona pusieron a Puigdemont en una encrucijada.
«Vamos a impedir la independencia de Cataluña», aseguró hoy el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un encuentro con la cúpula de su Partido Popular (PP). «Tomaremos las medidas para impedirlo que sean necesarias. La separación de Cataluña no se va a producir y el Gobierno hará todo lo que haga falta».
La respuesta podría pasar por aplicar el artículo 155 de la Constitución española -que permite «adoptar las medidas necesarias» para obligar a una Comunidad Autónoma «al cumplimiento forzoso» de sus obligaciones- o bien alternativas como declarar por decreto una Situación de Interés para la Seguridad Nacional o limitarse a aplicar el Código Penal para perseguir la desobediencia del Gobierno catalán.
Lo único seguro es que la comparecencia de Puigdemont será seguida con atención en toda España y acompañada por la movilización en las calles de Barcelona: la entidad independentista Asamblea Nacional Catalana (ANC) convocó para mañana una concentración cerca del «Parlament» coincidiendo con la comparecencia Puigdemont.
La declaración unilateral de independencia abriría un escenario de conflicto sin precedentes en España y un importante foco de inestabilidad en Europa. Por eso los Gobiernos en París y Berlín volvieron a enviar hoy a Rajoy señales de apoyo a la unidad de España.