¿Se conoce realmente la importancia de una cadena de suministro optimizada? ¿Y su relación con los flujos financieros?
Probablemente a estas preguntas, la respuesta no sea un sí rotundo. Para empezar, hay que definir a qué se puede considerar cadena de suministro ya que, a priori, lo que se tiene en mente es salida y llegada de producto, pero no los pasos intermedios.
La cadena de suministro se refiere, en realidad, a un sistema de organización donde personas, actividades, servicios, información, transporte y calidad se ponen al servicio para que el producto llegue del proveedor al cliente de la forma más eficaz posible.
Teniendo en cuenta todo el proceso que conlleva ese proceso, desde el propio origen hasta su viaje final, entendemos cómo la gestión de los flujos financieros de la cadena de suministro es vital para la optimización de los recursos y sacar el máximo partido a cada uno de los eslabones.
El intercambio de procesos que sucede en cada uno de los pasos mueve un gran volumen de facturas que deben gestionarse eficazmente, para que las transacciones estén optimizadas en la mayor medida posible.
Ser capaz de gestionar esta cadena de forma eficiente ha pasado ya a formar parte no solo de la relación con proveedores, sino de la propia estrategia corporativa, ya que se puede incluir dentro de la reputación, diferenciación e incluso testar la calidad de servicio.
Integrarla dentro de la compañía, en todos los sentidos, es el primer paso para trabajar en la misma dirección de cara a mejorar los productos, servicios e incluso internacionalizar los canales de distribución y venta con la seguridad de obtener los mejores resultados.
La creación de una serie de acuerdos corporativos con los proveedores derivados de la buena gestión de la cadena de suministro es un win–win que exige, además, un compromiso de las partes para ofrecer una colaboración que redunde en la buena estrategia de negocio de cada una.
La suma de empresas ha sido habitual en estos últimos años, precisamente por la posibilidad de arrancar mejores servicios y precios en los que todas las compañías se benefician del buen hacer de las otras. De ahí que la cadena de suministro haya pasado a una primera línea de interés dentro de la compañía para no dejar nada al azar.






