Navarra Sur

Navarra participa en un proyecto para crear un centro cultural europeo en el campo de refugiados de Gurs

Se busca sensibilizar y educar a la ciudadanía, con un sistema de gobernanza con representantes de Francia, España, Alemania y Portugal PAMPLONA, 27 (EUROPA PRESS) La consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana […]

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Se busca sensibilizar y educar a la ciudadanía, con un sistema de gobernanza con representantes de Francia, España, Alemania y Portugal

PAMPLONA, 27 (EUROPA PRESS)

La consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, ha participado esta semana en Pau en la reunión del comité de dirección internacional para la valorización del campo de refugiados de Gurs y que busca crear allí un centro cultural europeo, en el que están involucrados, bajo la coordinación del Bearne, la región de Nueva Aquitania, el departamento de Pirineos Atlánticos y el propio Estado francés.

En la sesión, en la que también estuvo presente el director del Instituto Navarro de la Memoria, Jose Miguel Gastón, participaron también representantes políticos de los gobiernos de España, Alemania y Portugal, así como de comunidades autónomas como Aragón, Cataluña y Euskadi.

Según ha informado el Gobierno foral en nota de prensa, el campo de Gurs, en el que fueron internadas más de 60.000 personas de 52 nacionalidades, funcionó entre 1939 y 1945, año este último en el que fue desmantelado. Las asociaciones de la Memoria, con el apoyo de las autoridades locales, impulsaron, desde el año 2000, la creación de instalaciones para guiar a visitantes.

CENTRO EUROPEO DE CONMEMORACIÓN DE LAS PERSONAS REFUGIADAS

El objetivo del Comité de Dirección Internacional pretende poner en marcha allí un centro cultural europeo «que sea lugar de sensibilización y educación para la ciudadanía», en el marco de un proyecto que busca, «partiendo de episodios individuales, dar a conocer y conmemorar la historia de las personas que allí permanecieron».

Asimismo, pretende «contribuir a la lucha contra el racismo y el extremismo», e incluye también una dimensión artística para proyectar estas líneas de trabajo. Con el nuevo equipamiento, que comenzaría a construirse en 2025, se busca al mismo tiempo, «promover los valores democráticos republicanos y europeos de fraternidad y solidaridad».

La iniciativa incorpora en su planteamiento la evolución que han experimentado los lugares de Memoria en Europa, que han pasado de «facilitar la mera observación a favorecer una contextualización y una reflexión más amplias».

En este sentido, se prevé que esta futura instalación, que contempla un recorrido permanente para explicar la historia del lugar, paralelo a las posibles exposiciones temporales, tenga un «doble enfoque cultural y pedagógico, y que combine tres funciones complementarias: la de memoria, para recordar, la museográfica, para comprender, y la englobada en el concepto de ágora, para cuestionarse y proyectarse».

DIMENSIÓN TRANSFRONTERIZA

Para llevar adelante estos propósitos y dotar al proyecto de un carácter transfronterizo, se pretende llevar a cabo un trabajo en red en los ámbitos de la cooperación científica, cultural y educativa, y se busca establecer un sistema de gobernanza internacional en el que, además de los socios franceses, participen representantes políticos de España, Alemania y Portugal.

Una vez puesto en funcionamiento, se plantea solicitar la calificación de Gurs como Patrimonio Cultural Europeo, sello que designa los lugares que contribuyen «de manera eficaz a la construcción de una narrativa común y que tiene dos cometidos: reforzar el sentimiento de pertenencia ciudadana a la UE y promover el diálogo intercultural».

Construido en 42 días entre abril y mayo de 1939, el campo de Gurs ocupa una superficie de 2 kilómetros de largo por 400 metros de ancho. Se compone de 13 islotes de barracones con una capacidad de 18.000 internados que a menudo se superaron ampliamente. En Francia, desde finales de 1938, «una legislación de excepción contempló la posibilidad de internar a extranjeros ‘indeseables’, es decir, susceptibles de perturbar el orden público y la seguridad nacional».

Españoles y personal voluntario de las Brigadas Internacionales «fueron los primeros en sufrir las consecuencias de esta política de exclusión», seguidos por los opositores políticos, en las primeras horas del régimen de Vichy, y las poblaciones judías, deportadas del suroeste de Alemania en particular.

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