El Museo Guggenheim Bilbao acoge hasta el 3 de septiembre la retrospectiva ‘Oskar Kokoschka: Un rebelde de Viena’

BILBAO, 16 (EUROPA PRESS)

El Museo Guggenheim Bilbao acoge hasta el 3 de septiembre la retrospectiva ‘Oskar Kokoschka: Un rebelde de Viena’, organizada por el centro de arte moderno bilbaíno y el Musée d’Art Moderne de Paris, Paris Musées, patrocinada por la Fundación BBVA. La muestra está comisariada por Dieter Buchhart y Anna Karina Hofbauer, en colaboración con Fabrice Hergott y Fanny Schulmann.

Según han informado los organizadores de la retrospectiva dedicada al artista austriaco, ésta ya ha podido ser disfrutada por el público europeo, «con amplio impacto y reconocimiento», en el Musée d’Art Moderne de París, coorganizador de la muestra, y llega ahora a Bilbao para ofrecer un repaso «extenso y profundo de las principales épocas artísticas de una de las figuras centrales de las artes plásticas europeas del siglo XX».

Asimismo, han apuntado que el carácter transfronterizo, casi nómada, de la biografía de Kokoschka tiene una enorme importancia en su evolución pictórica. Los trazos radicalmente innovadores de sus inicios a finales de la década de 1900 causaron un enorme revuelo en la escena artística vienesa y le valieron la consideración de «artista rebelde».

Tras su participación en la Gran Guerra (fue gravemente herido en el frente en 1915) y su larga estancia en Dresde, Kokoschka comenzó a viajar por Europa, el norte de África y Oriente Próximo, lo que le llevó a extender sus técnicas y expresiones de retratista a la pintura de paisaje, y también a realizar los que él mismo definió como «retratos de animales».

RESISTENCIA

En la década de 1930, Kokoschka convirtió su arte en una herramienta para la resistencia, con una férrea defensa de la libertad moral, social y artística en combate contra el nazismo en auge. Sus pinturas se tornaron alegóricas, siendo una de las primeras la litografía ¡Ayuda a los niños vascos!, contra la Guerra Civil española.

Tuvo que huir de Austria tras ver cómo el régimen confiscaba más de 400 de sus obras y se estableció en Praga y Londres, desde donde su compromiso político y social se intensificó. En esta etapa de exilio fue una de las primeras figuras públicas en apoyar un proyecto común para Europa, promoviendo la unidad de los pueblos y apelando a la conciencia humana. Además, anticipó algunos de los peligros de la segunda mitad del siglo XX, como las crisis económicas y la amenaza nuclear.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Kokoschka se trasladó a Suiza, donde continuó produciendo obras de «gran madurez e influencia para los nuevos movimientos pictóricos», hasta su muerte en 1980.

La exposición ofrece una visión completa de la trayectoria del artista, convirtiéndose en una «oportunidad única para ver de cerca obras centrales, pero poco conocidas en España, y que han sido prestadas por prestigiosas instituciones internacionales», ha indicado.

ÉXITO TEMPRANO

Oskar Kokoschka (1886-1980) tuvo un éxito temprano en la escena artística de Viena, donde contó con el respaldo de Gustav Klimt, ejerció influencia sobre Egon Schiele cuando éste era joven y alcanzó la fama internacional al final de su carrera, tras las dos guerras mundiales.

En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, Kokoschka ya reivindicaba una Europa unida y con su obra tardía dejó su sello en la Neue Wilde, la nueva pintura en Austria y Alemania.

Aunque se dedicó a múltiples actividades, desde el teatro hasta el activismo político, pasando por la escritura, el hilo conductor de toda su vida fue el arte. En este ámbito, no dejó de reinventarse y produjo un corpus artístico «revolucionario como activista político, adalid del arte figurativo y pintor de almas», han concluido.

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