14 de abril de 2040
Ayer vino mi nieta al pueblo (balear de nacimiento, pero navarra de corazón), y como a todo abuelo, se me alegró el alma de que esta jovencita (tiene 15 años a punto de cumplir 16) me vuelva loco con sus ideas y preguntas.
Se le ha metido en la cabeza que le descubra la Pamplona que me gusta, así que toca subir a la capital y explicarle mis zonas preferidas y por qué lo son. Preguntas no faltarán.
Así que, tras aparcar el coche en el parking de autobuses, empezamos el paseo por la Vuelta al Castillo, para seguir por la Taconera y sus murallas, y llegar hasta el Rincón del Caballo Blanco (uno de mis lugares preferidos). Allí, tras un pequeño descanso, bajamos hasta la Plaza del Ayuntamiento y, subiendo por la Estafeta, llegamos hasta la Plaza del Castillo. Todo ello amenizado con preguntas y repreguntas sobre mis explicaciones.
De allí, pasito a pasito, fuimos hasta lo que fue el Monumento a los Caídos, hoy irreconocible, convertido en un majestuoso parque-jardín. De entrada, llama la atención ese pequeño laberinto de lápidas, hasta 3.700, con un nombre, una historia y unas letras sobresaliendo en las que se leía: «Asesinado por los fascistas en...».
Luego, un paredón todo blanco con más de 30.000 personas y la reseña: «Represaliados y asesinados por los fascistas». Y, casi pegado, otro paredón, este completamente negro, tétrico, que claramente decía: «Asesinos y colaboradores».
Le llamó la atención que entre ellos hubiera instituciones como la Iglesia Católica y hasta un periódico que aún sigue en activo. También aparecían nombres como el Chato de..., el Lechero de... y muchos más nombres harto conocidos.
Una vez hecho este recorrido, nos sentamos en un banco enfrente del cual se podía leer: «Pascual Urra Larreta, asesinado por los fascistas el 26 de julio de 1936, hermano de su bisabuelo», a quien no he podido enterrar como le prometí a mi padre porque sigue en la cuneta.
Ella, impresionada, se quedó callada, aunque no por mucho tiempo, hasta que me rogó que le explicara todo lo que tenía que ver con este parque y cómo llegó a construirse.
Le expliqué que antes había un monumento llamado de los Caídos, construido en honor de los asesinos, para que las familias de los asesinados y represaliados no olvidaran quién ostentaba el poder. Los partidos políticos, supuestamente más favorables a las asociaciones memorialistas, traicionaron a sus muertos y a los nuestros, intentando una «resignificación», que consistía en quitar un poquito para que todo siguiera igual, negándose a cumplir una ley que ellos mismos habían hecho y firmado.
Resulta que los que decían ser «los nuestros» eran más de los otros. Así que no quedó otra que pelear y luchar hasta que dieron su brazo a torcer y nos obligaron a acudir a la justicia. El resultado fue el que ahora ves: la división de asociaciones memorialistas y familiares de asesinados y represaliados por los fascistas, junto con los partidos políticos.
En silencio regresamos a casa, donde se puso a hojear los libros sobre la no guerra civil en Navarra.
Mi mayor desagradecimiento a PSN, Bildu y Geroa Bai, que ensucian el nombre de Maravillas Lamberto, de todas las víctimas y de las asociaciones memorialistas pro derribo, que son la mayoría en Navarra. Si viviera su hermana Josefina, no os habríais atrevido, panda de c…. No cabe mayor iniquidad.
Las traiciones duelen más cuando las hacen los que crees tuyos.
Ni verdad, ni justicia, ni reparación.
Carlos Urra de Andrés
Sobrino de Pascual Urra Larreta, asesinado el 26 de julio de 1936 en Erreniega/El Perdón, y todavía en la cuneta.