Pamplona Actual

 Pamplona/Iruñea: 2100 años de convivencia

Por Joseba Asiron Saez, alcalde de Pamplona/Iruñeko alkatea

Publicado: 30/03/2025 ·
09:01
· Actualizado: 30/03/2025 · 13:14

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  • Pamplona 2.100 años

En el siglo I a.n.e. un historiador romano llamado Gayo Salustio Crispo escribió una crónica de la guerra civil abierta en Roma entre los partidarios de Sertorio y de Pompeyo. Y dejó escrito que, en un momento concreto de la guerra, Pompeyo se retiró a tierra de los vascones para aprovisionarse y pasar el invierno del 75-74 a.n.e. Se suele dar por bueno que fue en aquel momento cuando el cónsul romano fundó una ciudad, a la que se dio el nombre de Pompelo en honor del propio general, asentándola sobre un poblado vascón preexistente. Otro historiador, griego en este caso y llamado Estrabón, nos da la primera noticia documental sobre la ciudad, al decir que la ciudad principal de los vascones era Pompelo, nombre que vendría a significar “la ciudad de Pompeyo”.

Evidentemente, desconocemos las tensiones que pudo generar la llegada de los romanos a tierras vasconas, pero podemos imaginar que la implantación de una nueva estructura de poder, a manos de un pueblo extranjero, que impuso una nueva lengua y unas nuevas costumbres, no sería fácilmente soportable para los locales. A muy pocos kilómetros de Pamplona, la destrucción del poblado de Irulegi, a causa de un incendio documentado por vía arqueológica, y provocado por flechas incendiarias, es buena muestra de los métodos expeditivos a los que podían recurrir los romanos. 

Desde una perspectiva histórica, sin embargo, lo realmente importante es que tras aquel enfrentamiento surgió un mestizaje, y de él un núcleo urbano nuevo, diferente, y referencial para el territorio en el que se enclavaba. Una ciudad que ahora cumple 2100 años, y que no se entendería si no fuera por sus dos elementos culturales fundacionales, vascón y romano.

Casi 1.500 años más tarde de aquel primer encuentro (encontronazo, si se prefiere), la vieja ciudad vascona conocería una segunda fundación, de manos del rey Carlos III el Noble de Navarra. Muchas cosas habían ocurrido en aquellos quince siglos, pero lo que realmente atañe a este relato es que, una vez más, Pamplona se encontraba ante una difícil encrucijada, puesto que se hallaba dividida en burgos enfrentados e irreconciliables. Unos, de origen indígena, se atrincheraban tras los muros de la vieja ciudad de la Navarrería, Los otros, con población en gran parte de origen extranjero, y llegada a la ciudad como consecuencia del desarrollo jacobeo, habitaban en el burgo de San Cernin y en la población de San Nicolás. Y entre ellos se llevaban mal, muy mal.

Los enfrentamientos entre burgos fueron constantes y despiadados. En 1222 los de San Cernin entraron a sangre y fuego en San Nicolás, y dieron fuego a su iglesia cuando estaba repleta de personas refugiadas. Y en 1276 San Cernin y San Nicolás, coaligados, consiguieron que la Navarrería fuera totalmente arrasada, hasta el punto que quedó despoblada durante décadas. El Privilegio de la Unión del 8 de septiembre de 1423 vino a terminar con esta larga etapa de enfrentamientos. Decretó el fin de las luchas y declaró que los tres burgos constituirían en adelante una única ciudad, con una única jurisdicción, un ayuntamiento, un alcalde, un escudo y unas únicas ordenanzas. Una vez más, al enfrentamiento le siguió el pacto, el mestizaje y la convivencia.

Evidentemente, las desavenencias que formaron parte consustancial de la Pamplona de los siglos XII al XIV continuarían produciéndose, bajo otras formas, en los siglos siguientes. Es algo innegable. Pero lo que hizo avanzar a Iruñea, y conformó su personalidad a través de generaciones sucesivas, no fueron los enfrentamientos entre pamploneses sino los esfuerzos por convivir. Dicho de otra manera, lo que dio a Pamplona su carácter no fueron las guerras entre burgos de 1222 y 1276, sino el pacto, el Privilegio de la Unión de 1423. Un edicto promulgado por un rey, Carlos III el Noble, de cuya muerte se cumplirán 600 años el 8 de septiembre de 2025, este mismo año.

Hoy en día no podemos sino considerar que, dentro del complejo ADN que corre por la sangre de esta vieja y castigada ciudad, hay elementos vascones y romanos, visigodos, musulmanes y cristianos, beaumonteses y agramonteses. Todos son ya nuestros, todos nos pertenecen, y asumirlos como propios forma parte consustancial de la naturaleza de Iruñea, de su historia milenaria. 

La Pamplona encerrada, amurallada, tuvo que acometer hasta tres Ensanches a lo largo del siglo XX, para poder crecer y convertirse en la ciudad que conocemos. Y ahora se encuentra ante el reto de construir un cuarto y definitivo Ensanche. Un ensanche mental, que supere las murallas más altas e inaccesibles que existen, muros intangibles, políticos e ideológicos, muros derivados de la diversidad de origen, cultura, género o creencias. Cuando hemos traspasado el primer cuarto del siglo XXI, necesitamos más que nunca de la lección que nos brinda la Historia, conocernos para aceptarnos.

Por todo ello, desde el Ayuntamiento de Iruñea hemos diseñado un ambicioso programa de celebraciones, publicaciones, actos institucionales, académicos y de calle, espectáculos, teatralizaciones y exposiciones que, desde abril y hasta diciembre de 2025, nos recordarán que somos herederos de una larga tradición de conflictos y pactos, de convivencia entre diferentes. Es el momento de participar y aportar, porque Pamplona, Iruñea, nos pertenece a todas y todos. Disfrutémosla y celebremos su 2100 cumpleaños como se merece. 

Zorionak guztioi, aunitz urtez.

Joseba Asiron Saez

Alcalde de Pamplona/Iruñeko alkatea.

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