En la década de 1970 empezó a prestarse atención a un fenómeno curioso: algunos niños pequeños que pasaban mucho tiempo con helados de tipo polo en la boca terminaban con las mejillas cianóticas, azuladas. Diez años después, otros informes caminaban en la misma dirección: algunas amazonas que realizaban sesiones de equitación en climas fríos acababan con cianosis en la cara interna de sus muslos. De estos dos grupos de informes nacieron dos nuevos síndromes: Popsicle Panniculitis y Equestrian Panniculitis, respectivamente, que reforzaban la idea de que había “algo” que tenía que ver con el frío y los tejidos subcutáneos que aún se desconocía y que debía estudiarse.
Una pregunta fue haciéndose ineludible para algunos investigadores: ¿era posible que el tejido adiposo fuera más sensible al frío que los tejidos colindantes? A principios del siglo XXI, esa intuición, nacida hacía más de 40 años, finalmente obtuvo una confirmación basada en la evidencia científica. Y así nació la Lipocriólisis.
Pero demostrar que la Lipocriólisis era efectiva en la destrucción de adipocitos fue solo el principio y podría decirse que hasta resultó relativamente sencillo en comparación con el hecho de comprobar la seguridad de la técnica, optimizar los protocolos clínicos de tratamiento, proponer combinaciones terapéuticas y un sin fín más de otras actividades.
Desde el año 2008, la información disponible relacionada con la Lipocriólisis ha crecido exponencialmente: la aparición de trabajos científicos específicos ha ido en aumento, las presentaciones en congresos médicos se han intensificado y la inversión de los fabricantes en investigación y desarrollo (I+D) se ha incrementado muchísimo.
Hoy la Lipocriólisis ya es una realidad, y ha llegado para quedarse
Sin embargo, en los últimos dos años, la literatura ha generado confusión respecto a la nomenclatura de este procedimiento, unas veces cambiando arbitrariamente prefijos y sufijos para nombrarla de una forma diferente y otras usando su nombre para denominar técnicas que, aunque también utilizaban algunos de sus principios físicos, nada tenían que ver con ella. Así, pueden encontrarse indistintamente en la literatura científica múltiples denominaciones para esta terapéutica: Cryolipolysis™, Lipocryolysis, Cryolisis Selectiva y/o cualquier otra combinación de las palabras “frío”, “lisis” y “Selectiva” con los sufijos o prefijos “Cryo”, “Lipo” o “Vacuum”, ya sea en castellano o en inglés. En definitiva, en cualquiera de sus denominaciones, puede llegarse a la misma conclusión: si se utilizan los mismos principios físicos y de la manera correcta, a pesar de algunas variaciones, se tratará del mismo procedimiento, seguro, válido y efectivo para la reducción de adiposidades localizadas; por el contrario, si el frío y/o el vacío no se aplican o se utilizan de un modo inapropiado, la efectividad de la terapéutica estará comprometida porque, de hecho, no estaremos hablando de Lipocriólisis. En un momento en que esta terapéutica está de moda, en que la avidez de los mercados por novedades está por los cielos y en que los consumidores necesitan tecnologías que funcionen, no es raro que bajo la seguridad del nombre de esta técnica comiencen a proliferar plataformas que combinan todo tipo de principios de acción y que prometen resultados falsos.
Por eso, lo realmente importante es comprender los fundamentos de esta terapéutica para así poder diferenciar las falsas promesas oportunistas de las buenas y efectivas tecnologías.
El protocolo
La sesión dura media hora, aproximadamente, y es absolutamente indolora, no traumática y silenciosa. El cliente no siente más molestias que las de percibir la succión durante los dos primeros minutos. Luego, el frío anestesia toda la zona. Transcurridos 30 minutos, se retira el cabezal y la sesión se da por finalizada. Cinco minutos después de haber concluido la aplicación, el cliente estará listo para irse de la consulta y retomar su vida normalmente. Los clientes podrán continuar utilizando sus cremas o lociones hidratantes habituales después de las sesiones de Lipocriólisis. Asimismo, la combinación con otras terapias estéticas adipocitolíticas y/o lipolíticas está altamente recomendada, aunque se desaconseja fuertemente realizarlas en el mismo momento, es decir, en la misma sesión.
En una aplicación cualquiera de verdadera Lipocriólisis, tienen que ocurrir varias cosas:
1. Aplicación de vacío en la zona a tratar.
2. Extracción de calor.
El vacío sirve para que el tejido a tratar quede alojado dentro del cabezal del aparato de Lipocriólisis y para poder disminuir el calor que la sangre aporta a los tejidos.
La extracción de calor es fundamental para generar cambios dentro de los adipocitos que, a través de un estímulo especial, harán que la célula muera en las siguientes semanas. El proceso es lento, gradual, no inflamatorio, no doloroso y visible. Si no hay vacío, no es Lipocriólisis. Y si se aplica frío estático en vez de extraer calor de una manera dinámica, no hay Lipocriólisis.
Todo el proceso está controlado por los ordenadores internos de los aparatos que recaban información de manera constante. Las máquinas solo se activan si todo está en orden, anulando convenientemente cualquier posibilidad de error humano durante la aplicación. Hay muy pocos riesgos a los que hacer frente cuando sometemos a uno de nuestros clientes a un tratamiento de Lipocriólisis, aunque sí los hay, como en cualquier otro procedimiento. El aspecto más importante es la correcta contraindicación. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que si un profesional sabe contraindicar correctamente la Lipocriólisis tendrá tasas de problemas muy inferiores al 1%. Patologías poco comunes asociadas al frío (Crioglobulinemia Esencial, Enfermedad de Raynaud) y procesos locales o debilidad de la pared de la zona a tratar (hernias, heridas, úlceras, herpes, dermatitis, quemaduras, etc.) son las contraindicaciones naturales específicas para este procedimiento. A estas se les deben sumar las contraindicaciones tradicionales de toda intervención: embarazo, lactancia o imposibilidades legales para firmar un consentimiento informado –menores de edad, patologías psiquiátricas incapacitantes, etc.- y las que surgen porque la medicina no ha podido salvar por falta de estudios y evidencia científica, como algunas patologías severas: neoplasias activas, desórdenes de la coagulación, enfermedades con impacto clínico sistémico (Lupus Eritematoso Sistémico, etc.)
En contraposición, la indicación de la Lipocripólisis es una sola y dramáticamente sencilla: adiposidad localizada. Ni obesidad, ni flaccidez. Adiposidades localizadas.
Resultados
Con una única sesión de Lipocriólisis se consiguen resultados efectivos y visibles; dos sesiones, separadas por 45 días, los optimizan. Los clientes suelen recibir entre 2 y 4 sesiones, pero siempre separadas por 45 días.
Por último, respecto a los efectos adversos de la Lipocriólisis: son muy leves y, en general, se limitan a un eritema transitorio y a hematomas ocasionales de evolución corriente. También se ha demostrado científicamente que la Lipocriólisis no eleva ningún marcador plasmático de forma permanente ni perjudicial. Solo se detectaron pequeños cambios en los valores de la lipoproteína de alta densidad (HDL) y estos fueron pasajeros y reversibles.