El Secretario General de la ONU António Guterres denuncia la “pesadilla” humanitaria que sufre la minoría Rohingya en Myanmar y exigió al gobierno que cese las operaciones militares y reabra el acceso humanitario a la región azotada por el conflicto.
“La situación se ha convertido en una de las emergencias de refugiados que más rápido se han agravado, una pesadilla humanitaria y de derechos humanos”, dijo el Secretario General al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Más de 500.000 refugiados Rohingya han huido a la vecina Bangladesh después de que los ataques de militantes de esta minoría musulmana contra puestos de seguridad desencadenarán el mes pasado una agresiva represión por parte de las fuerzas militares de Myanmar.
Guterres aseguró haber recibido “testimonios escalofriantes” de refugiados sometidos a “excesos de violencia y graves violaciones de los derechos humanos”, incluyendo el disparo indiscriminado de armas, el uso de minas terrestres contra civiles y violencia sexual. “Esto es inaceptable y debe acabar inmediatamente”, exhortó.
El Secretario General instó a Myanmar a cesar las operaciones militares, permitir el acceso sin restricciones de la ayuda humanitaria y el regreso seguro y voluntario de los refugiados a sus áreas de origen. También expresó preocupación por el actual clima de antagonismo hacia Naciones Unidas y otros grupos de asistencia.
“La realidad sobre el terreno exige acción. Una actuación rápida, para proteger a las personas, aliviar el sufrimiento, prevenir más inestabilidad, abordar las causas de la situación y forjar, por fin, una solución duradera”, señaló.
El líder de la ONU recordó que la “violencia sistémica” podría hacer que los disturbios se propaguen al centro del estado de Rakhine, lo que pondría en riesgo de desplazamiento a otros 250.000 musulmanes.
Guterres señaló que el 9 de octubre se celebrará una cumbre de donantes para abordar la crisis en Myanmar pero no especificó el lugar.