La autora colombiana se plantea grandes cuestiones que plasma en una atrevida narración
Lucía Vermaas lanza lo siguiente al aire: “¿Se ha preguntado alguna vez si los sueños son la realidad misma o el mundo de las ideas que postula Platón?”. Siempre se tiende a asumir la realidad que aparentemente se percibe a través de los sentidos; a veces no tiene discusión y solo pequeñas variables de perspectiva son toleradas en un mundo donde todo parece tener un lugar definido.
Sin embargo, en Pecados y crónicas, lo que la autora busca es subvertir esta concepción inamovible de la ya mencionada realidad. Y lo hace tejiendo una historia que se mueve entre sueños. Como ella misma comenta: “me inspiré en el deseo de conectar mundos usando lo más común, que son los sueños y su encuentro en cada escenario de nuestra vida”.
El libro narra la vida de Lucas Mackwelly, un joven que, debido a un accidente, ha perdido la memoria y desea volver a recuperarla. Es entre distintos y extraños sueños que descubre la existencia de una joven llamada Coarten White Moore, una completa desconocida que, contra todo pronóstico, acepta echarle una mano en su búsqueda.
A partir de ahí viajarán por distintos lugares y conocerán distintas personas. Pero no puede esperarse un devenir ordinario de los hechos, pues escapando de lo que la realidad objetiva domina en este planeta, aparecerán personajes procedentes de los mundos de fantasía: Draken (el elfo), Dwarf (el enano) y otros tantos como Elaissa, Marie o Gansil formarán parte también del simpático elenco.
Más allá de los planteamientos ya mencionados, el objetivo de la autora con este libro era “humanizar los pecados. Prefiero resumirlo con esa frase. Siempre nos creemos que podemos juzgar lo que hace el otro, cuando no hay una verdad plena sobre lo que es malo o no. Es una crítica al constante miedo de las personas, una invitación a vivir la vida sin máscara y a sacar lo que uno no quiere que los demás vean”.
Por eso, Pecados y crónicas llama a la reflexión, en todos los sentidos. Lo hace recuperando la filosofía de Platón o de Sócrates, y lo remata haciendo uso de distintas citas, incluso de distintos escritores, que enriquecen el texto gracias a un muy buen uso de la intertextualidad. La objetividad se cuestiona, pues, no solo a través de una herramienta narrativa y ficcional, sino también apelando a la capacidad crítica del lector y pidiéndole su participación en esta “revolución” del subconsciente.
Pecados y crónicas se conforma, entonces, como una novela que busca perpetuar su efecto más allá de la narración, y es que su objetivo es perdurar en la vida del lector y convertirse en una herramienta eficaz para continuar abriendo distintas cuestiones. Lucía Vermáas ofrece una lectura estimulante que desborda originalidad y que, con suerte, será la primera de muchas.
Fuente Comunicae