El Ejército de Chile ha confirmado que 26 militares y 10 civiles que cumplían labores de mantenimiento en una base de la Antártica han dado positivo por COVID-19, convirtiéndose en los primeros casos que se producen en este continente.
En un comunicado difundido el lunes por la prensa local y ratificado este martes, la institución chilena ha señalado que en los últimos días «personal que se encontraba cumpliendo funciones en la Base Antártica Bernardo O’Higgins Riquelme (BAE) había presentado síntomas asociados a COVID-19», por lo que fueron relevados y sometidos a control médico.
Según la entidad, se validó posteriormente a través de pruebas PCR el contagio de estos 36 hombres, de los cuales 26 pertenecían a las Fuerzas Armadas y los otros 10 pertenecían a una empresa contratista que se encontraba realizando trabajos de mantenimiento programados en ese lugar.
El Ejército ha explicado al respecto que los contagiados ya se encuentran aislados, sin complicaciones y están siendo monitorizados y apoyados por la autoridad sanitaria de Magallanes y la Antártica chilena, región sureña con la mayor incidencia de COVID-19 por cada 100.000 habitantes a nivel nacional en Chile.
Por otra parte, han asegurado «el compromiso incondicional por cautelar la salud de los integrantes (de la División V)», la unidad militar más al Sur del Ejército chileno, cuyo cuartel general se encuentra ubicado en la localidad de Punta Arenas.
La Base Antártica Bernardo O’Higgins es una estación de investigación científica inaugurada en 1948 y administrada por el Ejército de Chile. Es una de las más antiguas existentes en la actualidad y tiene presencia ininterrumpida.
Las medidas de seguridad para llegar a la Antártida son muy estrictas en estos momentos de pandemia. Por ejemplo, el Comité Polar Español ha redactado un protocolo de actuación, al que ha tenido acceso Europa Press, en el que se establece que tanto militares como científicos deberán comenzar con las precauciones aún en España, sometiéndose a un reconocimiento médico general y evitando cualquier situación de riesgo que pueda aumentar las posibilidades de contagio.
El viaje a la Antártida se realiza en barco desde Punta Arenas. Todos los miembros de la campaña deberán llegar a este país con una prueba PCR negativa realizada 72 horas del viaje y, una vez en Punta Arenas, guardar una cuarentena de 14 días en aislamiento total. Durante este tiempo, permanecerán en una habituación individual con un servicio de catering para las comidas, y se les realizan tres pruebas PCR para detectar cualquier caso positivo.
«Solo tendrán autorización de viaje a la Antártida las personas que se mantengan con resultados negativos y sin síntomas al final de la cuarentena», establece el protocolo del Comité Polar, que hace además especial hincapié en la desinfección de todo el material y enseres personales que vayan a ser trasladados.
Una vez superados todos estos pasos, las bases en la Antártida se consideran espacios «burbuja» donde la aparición de un brote «será improbable», de acuerdo con este protocolo. Sin embargo, sus ocupantes deberán mantener las medidas básicas de seguridad e higiene y, en caso de aparición de algún síntoma, aislarse inmediatamente para evitar la propagación del virus.
El protocolo contempla además que las bases y buques deben disponer de test diagnósticos de COVID-19 como parte de su botiquín y contar con capacidad para tomar muestras y prepararlas para su transporte a otras bases para diagnosticar la enfermedad.
En caso de aparición de un caso positivo, el paciente es evacuado hacia Punta Arenas en cuanto su salud y la meteorología lo permitan. E inmediatamente el personal médico de la base y su responsables valorarán la situación, que podría implicar el cierre urgente de todas las instalaciones y finalización anticipada de la campaña.