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¿Por qué es importante saber si nuestro grupo sanguíneo es positivo o negativo?

Por Liliya Kazantseva, Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA)

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Juliana estaba muy ansiosa por ver los resultados de su analítica, ya que los anteriores la habían dejado muy confusa. Su grupo sanguíneo, durante toda la vida, había sido O positivo, pero en varios reconocimientos médicos resulto ser O negativo. Sin entender lo que estaba ocurriendo, decidió acudir a un laboratorio de análisis clínico comentando su caso.

Al abrir la hoja de resultados, se confirma que Juliana es O positivo, pero con una aclaración: se evidencia una disminución en la cantidad de antígeno D.

¿En qué consiste el grupo sanguíneo?

Al menos Juliana ha disipado las dudas sobre su grupo sanguíneo, pero la confusión sigue presente. Para entender mejor lo que está pasando tenemos que adentrarnos dentro de nuestra sangre y prestar atención al tipo celular más abundante que la conforma: los glóbulos rojos. Estos, para ser reconocidos por los demás componentes del cuerpo, presentan, dependiendo del caso, ciertas proteínas o azúcares en su superficie, conocidos como antígenos.

Imaginemos que frente a nosotros tenemos hermanos cuatrillizos (de un embarazo que produjo cuatro bebes), y para poder diferenciarlos les asignamos un gorro de un color especifico. De esta forma, sabemos que Pedro es el niño con el gorro amarillo, Juan el del gorro rojo, Santiago el del blanco y Carlos el del verde. De manera similar, la presencia o ausencia de los antígenos en la superficie de los glóbulos rojos determina a cuál de los cuatro grupos sanguíneos (A, B, AB y O) pertenecemos.

Así, las personas que poseen el antígeno del tipo A serán clasificadas como de sangre tipo A, mientras que aquellas con antígeno B tendrán sangre tipo B. La presencia de ambos antígenos da lugar al grupo sanguíneo AB. Por último, la ausencia de antígenos A y B en la superficie de los glóbulos rojos corresponde al grupo sanguíneo O.

¿Que es el factor Rhesus?

Muchas veces, cuando se habla del grupo sanguíneo, este viene acompañado de un signo + o un -, que corresponde al factor Rhesus. Al igual que el sistema ABO, que clasifica la sangre en función de la presencia o ausencia de antígenos específicos, el sistema Rhesus incluye más de 50 antígenos, pero el antígeno D es el más relevante clínicamente. La presencia de este antígeno en los glóbulos rojos da lugar a un + junto a nuestro grupo de sangre (A, B, AB y O), mientras que su ausencia se indica con un -.

La prevalencia de cada una de estas dos posibilidades varía según la región geográfica. A nivel mundial, aproximadamente el 85 % de personas son positivas para el antígeno D, mientras que el 15 % son negativas debido a la ausencia de este.

Las variantes del antígeno D

En ocasiones, la presencia de ciertas mutaciones puede dar lugar a variantes del antígeno D, responsables de las discrepancias en los resultados a la hora de determinar el factor Rhesus, tal como le pasó a Juliana. Actualmente se han descrito tres tipos de variantes: antígeno D débil, antígeno D parcial y DEL.

Normalmente, los glóbulos rojos en personas con factor Rhesus positivo están recubiertos por una gran cantidad de antígeno D, pero en aquellos clasificados con antígeno D débil, esa cantidad es considerablemente baja. Al haber una menor densidad de antígeno D, la sensibilidad de las técnicas de tipificación sanguínea y los reactivos empleados en cada laboratorio pueden variar, haciendo que el antígeno no sea detectado. Como consecuencia, se puede clasificar erróneamente a una persona como “factor Rhesus negativo”, que es exactamente lo que le ocurrió a Juliana.

Aproximadamente, el 1 % de las personas de ascendencia europea son portadoras de esta variante.

En otros casos, las mutaciones afectan a la estructura del antígeno D, ocasionando una alteración en su porción de reconocimiento, conocida como epitopo. Esto da lugar al antígeno D parcial, cuyos portadores, en su mayoría, son considerados como factor Rhesus positivo. La prevalencia de esta variante varía en base al grupo étnico. Por ejemplo, en la población brasileña, se ha observado que hay más personas con antígeno D parcial en la superficie de sus glóbulos rojos que con antígeno D débil.

Por último, la variante DEL, frecuentemente encontrada en la población de origen asiático, se caracteriza por generar cantidades tan bajas de antígeno D que las pruebas serológicas estándar no son capaces de detectarlo, clasificando al individuo como factor Rhesus negativo.

Relevancia clínica

Existen dos situaciones en las cuales es primordial conocer nuestro grupo sanguíneo y el factor Rhesus para evitar desencadenar una respuesta inmunitaria con consecuencias potencialmente graves.

La primera es cuando acudimos a un banco de sangre como donantes: es necesario establecer el factor Rhesus de los donantes para evitar la incompatibilidad sanguínea. Si las personas con factor Rhesus negativo reciben erróneamente sangre con antígeno D, su sistema inmunitario detectará esos glóbulos rojos como extraños y los atacará. En consecuencia, la persona receptora puede presentar síntomas que van desde fiebre hasta escalofríos, presión arterial baja o incluso desenlaces fatales. Esto no ocurre si el donante y el receptor tiene el mismo factor Rhesus.

La segunda situación está relacionada con las mujeres embarazadas. Durante el periodo de gestación, algunos glóbulos rojos del feto pueden atravesar la placenta y llegar hasta la sangre de la madre. Si el bebé tiene un factor Rhesus positivo y la madre es negativa, las consecuencias pueden ser graves, incluso mortales. Actualmente, estos casos se manejan mediante un tratamiento con inmunoglobulina Rh (RhoGAM) –O vacuna Anti D, que contiene anticuerpos contra el antígeno D–, que se le administra a la madre.

Conocer nuestro grupo sanguíneo y el factor Rhesus es primordial, ya que nunca se sabe cuándo se necesitará una transfusión. Además, es reconfortante saber que, mediante la donación de sangre, podemos salvar vidas.The Conversation

Liliya Kazantseva, Investigadora científica, Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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